Un nuevo orden pasea por las calles. Lo que empezó con discretos artículos en prensa bautizando a Carabanchel como el nuevo Soho o el Brooklin de Madrid se ha convertido, pocos años después, en todo un movimiento de transformación económica, urbanística y cultural, diseñado por unos pocos en detrimento de otros muchos. Una auténtica operación de mercado que obvia las necesidades reales de la mayoría de personas que actualmente vivimos en Carabanchel, y que impone desde arriba una identidad de barrio superficial y enajenada de su realidad social, y una noción del arte y de la cultura peligrosamente complaciente con los poderes que controlan la ciudad, gobierne quien gobierne.
Sobreexplotado y esquilmado el centro de Madrid, la colonización avanza hacia las periferias en busca de nuevas oportunidades de negocio para las élites empresariales y financieras, o simplemente en busca de aire a precio más asequible. En la ciudad entendida como máquina de crecimiento la vida es un objetivo secundario, y el arte y la cultura un envoltorio estético para normalizar la desigualdad, la privatización de servicios públicos y la preponderancia del mercado y de la propiedad inmobiliaria sobre todas las cosas.
Arte y resistencia en Carabanchel
En Carabanchel, bajo el mantra de un barrio con mucho arte inversores culturales, inmobiliarios y comerciales se frotan las manos mientras las clases menos favorecidas nos vemos forzadas a un nuevo y progresivo desplazamiento. Aumenta la presencia policial y la vigilancia contra todo tipo de gentes y actividades indeseadas: los pretendidos nuevos barrios cool son agujeros negros que limpiar. Otra vez lo cultural como arma de segregación y control. Ya lo anticipó Jack Lang, ex-ministro de Cultura francés: "La cultura es nuestro petróleo".
¿Instrumento legitimador de las operaciones de mercado o herramienta política de resistencia, desobediencia y construcción de comunidad?. La historia nos recuerda que la escena artística y cultural, y la musical en concreto, puede ser un arma de doble filo. Las revueltas del Lower East Side en las que "sin techo", artistas y demás vecinas tomaron las calles bajo el lema "The party is over"; el movimiento que conectó arte y protesta social para denunciar la especulación inmobiliaria en Hamburgo; las consecutivas oleadas de raves que desafiaron las reglas y la moralidad del gobierno británico, y sembraron por media Europa la semilla de la música, el baile y la fiesta como ritual de resistencia, desobediencia y conquista de derechos. O el propio nacimiento y desarrollo de la música house o techno a manos de comunidades racializadas y disidentes que encontraron en la electrónica y el baile una forma de expresión propia para defenderse, cuidarse y reconocerse. Experiencias que un día hicieron frente al status quo, al poder político y económico de una época, y nos demuestran que la música electrónica -y lo que esta produce- también puede ser una herramienta para cambiarlo todo.
Sync!: Una propuesta de cambio
Sync! pretende ser un festival de música electrónica pero también una herramienta de acción colectiva contra el actual modelo de ocio, de cultura y de ciudad.
Sync! es también una excusa para poner en valor nuestro centro social y la comunidad que lo sostiene.
Sync! es una propuesta del Nodo de Producción de Carabanchel, red de apoyo mutuo y espacio de generación de recursos colectivos para el sostenimiento y la desprecarización de la comunidad de personas y proyectos que participan en él, o que apuestan por formas de vida contra la ciudad mercancía. Pan y techo pero también celebración, música, encuentro y baile.
Sync! es una propuesta en constante construcción y revisión. Agradecemos profundamente a todas y cada una de las personas que le dan cuerpo, lo toman y lo hacen suyo, y lo bailan, lo disfrutan y lo replican. También a las que son críticas y hacen posible que sigamos aprendiendo a construir en común.
¡Gracias por hacerlo posible!